domingo, 7 de abril de 2013

Reporte del libro 'El Valor De Educar' de Fernando Savater.

CAPÍTULO I/VI: EL APRENDIZAJE HUMANO 

Me gustaría comenzar este reporte con algunas ideas que me parecen curiosas e interesantes sobre un concepto al que no solemos poner mucha atención, a pesar de que con frecuencia nos encontramos frente él. Me refieron al término <ser humano>, que indudablemente nos puede hacer pensar en diferentes cosas de acuerdo al contexto en que estemos conversando. Principalmente y de forma general podemos considerar que hombre y mujeres somos seres humanos porque formamos parte de la raza humana, así nacimos y esa es nuestra naturaleza. No somos aves o peces, tenemos una determinación biológica y genética que nos permite identificarnos como humanos. 



Sin embargo, también es bastante común encontrarnos con la palabra humano como sinónimo de un ser comprensivo, sensible, moral y con valores. En ese momento es cuando debemos comprender que es aceptable decir que no se es humano simplemente por nacer dentro de la raza humana; sí, es cierto, las personas que no cumplen con las características compatible del individuo humano –con buena moral, valores, sensibilidad– como pueden ser los ladrones, asesinos y secuestradores no dejan de ser biológicamente identificado como seres humanos, pero hay consideraciones que van más allá, que nos hacen comprender que como individuos nacemos para la humanidad, una humanidad de la cual debemos apropiarnos, para la que es necesario desarrollar ciertas características que nos permitirán formar una identidad plena que nos identifique como seres dignos del mundo. 

Las personas, en búsqueda de nuestra humanidad, debemos pasar por un largo proceso de aprendizaje y apropiación del mundo, el cual se desarrolla de forma continua y permanente; es precisamente esto lo que nos diferencia de las otras razas animales, las personas tenemos la capacidad de aprender nuevas cosas todos los días, hasta el momento de nuestra muerte, pero esta vida como aprendices puede ser un tanto exhaustiva, es lenta, compleja y en muchas ocasiones confusa.

Al inicio de nuestra vida podríamos vernos como productos no terminados. Nacemos y tenemos severas deficiencias en habilidades y capacidad de supervivencia; a comparación de nosotros, un chimpancé nace y al poco tiempo tiene las habilidades suficientes para sobrevivir, mientras que nosotros necesitamos de un largo periodo de tiempo para madurar y poder valernos por nuestra cuenta. Algunas personas podrían decir que a partir de esto muchos animales resultan más inteligentes que nosotros, sin embargo, hay que tener en cuenta que tanto los chimpancés, como otros seres vivos, pueden desarrollar una considerable gama de habilidades de supervivencia, pero culminan su desarrollo de forma muy temprana y se les hace prácticamente imposible seguir aprendiendo.

Al interactuar con el ambiente y con otras personas, somos capaces de modificar y desarrollar nuestras capacidades y habilidades cognoscitivas, mientras que otros seres vivos se quedan estancados y no pueden continuar con este tipo de desarrollo; es por ello que no podemos considerarnos seres inferiores, pues, además, nuestros alcances intelectuales son muy grandes y pueden mejorar día a día.

Se piensa, entonces, que el ser humano pasa por dos tipos de gestaciones diferentes; la primera y más reconocida como tal, es la biológica, la que vivimos en el útero materno. Mientras que el otro tipo de gestación es la que se da en la matriz social en la que nos criamos, la cual se ve afectada por la convivencia con los demás, la cultura, el lenguaje, etcétera.

Las amplias posibilidades de desarrollo del ser humano se deben principalmente a los semejantes, a las relaciones con los demás. Nosotros, como personas, desde pequeños desarrollamos fuertes lazos de apego a los demás, los cuales se ven cargados de forma muy amplia por la imitación. Otros seres vivos imitan a sus semejantes por instinto, mientras que nosotros lo hacemos de forma intencional, no accidental. Buscamos imitar y ser imitados, se busca que un ser humano pueda ser modelo de comportamiento de otro y eso es lo que nos hace ser diferentes de los demás seres vivos.

Todo dentro de la comunidad humana tiene implicaciones pedagógicas; el nucleo social hace que aprendamos nuevas cosas incluso cuando no nos damos cuenta o cuando no pretendemos hacerlo de forma plena. Otra diferencia importante entre los seres humanos y los demás seres vivos es que nosotros tenemos sentido de ignorancia. Como personas, nos damos cuenta de las cosas que sabemos, pero también nos creamos una imagen y una conciencia de lo que no sabemos o ignoramos. Esto es importantísimo y es una parte clave por la cual logramos aprender tanto a lo largo de nuestra vida, ya que solo cuando somos capaces de reconocer esas deficiencias, tenemos la oportunidad de corregir por medio de la demostración, la explicación o la discusión. La enseñanza se da a través del entendimiento de que conocemos algo y que tenemos semejantes que aún no se han apropiado de este conocimiento, y que, además, sería conveniente que lo hicieran.

El grupo social emplea los procesos educativos para deshacerse de la ignorancia amnésica, que es con la que todos venimos al mundo. Si queremos que exista educación es necesario que siempre tengamos presente este sentido de ignorancia que mencioné antes, porque el grupo social que considera que todos sus miembros saben todo o que no interesa que unos sepan y otros no, no puede lograr que exista un proceso de aprendizaje. Más importante aún, es recordar que si no existe educación no existe humanidad en su sentido amplio, por lo cual no podemos rechazar o renunciar al aprendizaje permanente que vivimos día a día.

El proceso educativo puede ser informal, a través de las lecciones que nos den amigos, familiares u otras personas, y formal, a través de una persona que esté socialmente designada para eso. Sin embargo, es importante recordad que la primera herramienta pedagógica que tiene el ser humano es haber vivido. De aquí se entiende el afán por conservar en nuestras sociedades a los miembros más veteranos, pues son los pueblos con mayor experiencia los que mejor pueden enseñar.

Se podría decir que la búsqueda de nuevas experiencias, de diferentes personas que sepan más que nosotros nos han hecho seres sociales. Algunos han llegado a pensar que a partir de la socialización se ha llegado a la búsqueda y consecución de la enseñanza y el aprendizaje, pero puede que sea totalmente al revés. Tal vez el deseo y la necesidad de continuar aprendiendo es la que verdaderamente nos hizo salir al mundo y conocer a los demás seres que viven con nosotros. El aprendizaje representa una característica medular del ser humano, ya que a través de esto nos podemos complementar como personas. Es a partir de la enseñanza que logramos forjar una identidad personal irrepetible.

El aprendizaje debe ser humanizador, tiene que consolidarnos como personas dignas de los demás y de lo demás. Aprender también representa un peligro; una enseñanza represora tampoco resulta en la consecución de los objetivos de la enseñanza humanista, de libertad y valores. Pero es innegable que no podemos separarnos del aprendizaje. Y en realidad, no es el aprendizaje en sí lo que realmente importa, sino el aprendizaje de las demás personas. Este tipo de aprendizaje nos permite no comenzar desde cero y nos pone directamente en contexto con la realidad del mundo en que vivimos. El destino del ser humano son sus semejantes, esa es su meta, no lo es la cultura, ni siquiera la socialización, por lo tanto, es importante recordar siempre este vínculo entre personas que nos permite identificarnos y encontrar una razón de ser. Conocer nuestro lado humano implica reconocer que tal vez la realidad existente no es determinada por nosotros, pero lo que esta significa sí lo es. Es por eso que los humanos no somos simples procesadores y almacenadores de información; nosotros comprendemos la información, pero somos capaces de modificarla, de interpretarla, de crearla.

Lo cierto es que una de las implicaciones más importantes de nuestra humanización se encuentra en no solo aprender a pensar, sino en aprender a pensar en lo que los demás piensan. Las consideraciones que nosotros nos formamos como individuos sobre lo que otros producen intelectualmente resulta una de nuestras peculiaridades más importantes, porque significa que nos ubicamos y reconocemos como miembros de una comunidad de seres pensantes.

Me parece interesante reflexionar sobre algo que menciona Kant y que se retoma en el libro, donde se señala que los hombre somos enseñados por hombres, los cuales, a su vez, fueron enseñados por hombres. Esto puede dar a pensar que tal vez nuestro potencial sea más grande del que mostramos, tal vez está limitado por la misma capacidad humana de aquellos que nos enseñan. Dice Kant, que posiblemente si fuésemos enseñados por seres superiores, que estuviesen fuera de nuestros esquemas, llegaríamos a desarrollar aún más nuestra capacidad.

Sin embargo, si así fuera, estaríamos olvidando una parte muy importante del éxito de la enseñanza y el aprendizaje humano, que es el parentesco. Los seres humanos podemos adquirir ciertas características porque nos sentimos identificados, porque sabemos que no hay quien nos enseñe mejor a ser hombres que un hombre mismo. Esta realidad nos hace comprender por qué estamos tan enlazados con los demás seres humanos y nos muestra que como parte de un conjunto no estamos solos en nuestro aprendizaje, somos parte del aprendizaje de otros y somos objeto de enseñanza de los demás. 

CAPÍTULO II/VI: LOS CONTENIDOS DE LA ENSEÑANZA

El tiempo es un invento del ser humano que representa uno de los elementos permanentes más importantes de la realidad en la que vivimos. Es el invento a través del cual las personas organizamos nuestra vida, y mediante este podemos tener una plena conciencia de nuestra cultura y el mundo en general.

Es tan importante el uso del tiempo, porque a través de este nos damos cuenta de que nuestra existencia en el mundo no es permanente y por lo tanto, tratamos de adecuarnos a ese efímero periodo de vida que tenemos y procuramos apropiarnos de todas las huellas vivenciales que ha dejado lo que consideramos ‘pasado’. 
La enseñanza y el aprendizaje tienen mucha relación con el tiempo y normalmente no se desarrollan si él. En todo ejercicio de aprendizaje que emprendamos debe haber cierta conciencia temporal. Por otro lado, y como ya se mencionó, un elemento importantísimo para enseñar es haber vivido, pero no solo haber vivido, sino haber experimentado lo que se va a enseñar antes que el aprendiz, con lo que se ve la presencia inminente del tiempo en las diferentes acciones que emprendemos.

La cantidad de experiencias vividas con el paso del tiempo permite que todo ser humano sea capaz de enseñar algo; esto, de alguna forma podría molestar a pedagogos o docentes, pues nos especializamos en la enseñanza, pero la realidad es que este argumento es totalmente cierto. En nuestra vida, todos hemos tenido la oportunidad de enseñarle algo a alguien, por muy trivial o insignificante que parezca. De hecho, en el pasado, no se requería de personas especializadas para enseñar, pues todo era transmitido a través de la experiencia y la convivencia; incluso en la actualidad, en las sociedades más desarrolladas, esta conducta de la enseñanza informal no deja de existir, ya que, por ejemplo, la apropiación del lenguaje y otros modos de comportamiento se aprenden desde el hogar.

Sin embargo, que todos podamos enseñar algo no quiere decir que todos podamos enseñar cualquier cosa. Es ahí donde surge la escuela formal, los especialistas, que tratan asuntos de conocimiento mucho menos empíricos. En las escuelas se tratan contenidos de carácter científico, que requieren un estudio especial tanto del docente como del aprendiz para poder conseguirlos. No todo se puede aprender en la calle o a través de la convivencia espontanea en sociedad, pero eso no quiere decir que la enseñanza que se da en la escuela sea más valiosa que aquella que se presenta de manera informal. La enseñanza de un profesor de física está al mismo nivel de un niño enseñando las reglas del juego a otro, porque el efecto que se consigue es el mismo, que el aprendiz se apropie de los contenidos, que los comprenda y que los pueda utilizar.

La educación siempre ha sido muy compleja y desde la Grecia antigua se establecían diferencias entre la educación y la instrucción. La educación era proporcionada por los pedagógos, que se encontraban relacionados directamente con las familias, convivían con los estudiantes y les enseñaban elementos conductuales, cívicos y morales. Por otro lado, el maestro proporcionaba la instrucción, la cual se daba fuera del seno de la familia y se consideraba secundaria, pues unicamente aportaba contenidos instrumentales como la lectura, aritmética, etcétera.

Para los griegos era más importante el papel del pedagógo, ya que el aprendizaje que se lograba a través de este permitía a los ciudadanos aspirar a posiciones más altas dentro de las polis, mientras que el caracter instruccional de la enseñanza del maestro preparaba a las personas unicamente para las esferas más bajas de la sociedad.

Con el paso del tiempo estas posiciones fueron cambiando, hasta que llegó el momento en que una preparación técnica y de conocimientos científicos resultaron más importantes que una formación cívica y moral. Lo cierto es que en la actualidad se prefiere considerar ambas como necesarias y como parte de un mismo objetivo, que es formar a una persona competente, capaz de desarrollarse de manera adecuada en sociedad y cumplir sus objetivos propuestos. No es posible hablar de educación sin instruir y sería absurdo considerar la instrucción sin educación. 

Otras ideas, que prefieren descartar la controversia entre educación e instrucción prefieren considerar lo que se denominan habilidades abiertar y cerradas. Las habilidades cerradas pueden resultar muy útiles e incluso imprescindibles, como por ejemplo, leer, bañarse, laverse los dientes. Estas habilidades tienen como característica la posibilidad de dominarse por completo y de manera perfecta. Cuando se ha dominado estas habilidades, se han conseguido y ya, no se puede ir más allá. Por otro lado, las habilidades abiertas son infinitas, no se pueden dominar al cien por ciento y siempre podrán significar nuevos retos y consideraciones dentro de sí mismas. Entre las habilidades habiertas está una que puede considerarse como la habilidad medular, que es el aprendizaje. 

La habilidad del aprendizaje podría considerarse la más necesaria y humana de todas. La capacidad de aprendizaje habrá de desarrollarse mediante el trabajo arduo del alumno, los cuestionamientos, el análisis y reflexión de las situaciones. De ahí surje la importancia de que el estudiante aprenda a aprender, porque es necesario que se involucre, de manera que haya un verdadero aprendizaje significativo. Como dice Jaime Balmes, hay que generar fábricas y no almacenes; que se elaboren nuevos productos y no solo se coleccionen los conocimientos ajenos.

Se ha llegado a pensar que las habilidades cerradas, que son más técnicas y científicas resultan más convenientes para un buen acomodamiento laboral, mientras que las habilidades abiertas, que implican aspectos más morales, éticos y de pensamiento son buenos pero poco útiles. Esto es totalmente falso, pues como ya mencioné, el pensamiento forma parte de estas habilidades abiertas y es precisamente esta habilidad la que nos permitirá lograr resultados mucho más favorables en el area laboral y en cualquier otra, porque es una habilidad polifacética, flexible, que nos sirve para todo y nos proporciona las herramientas necesarias para desarrollarnos como seres humanos.

La escuela, por lo tanto, debe tener muy encuenta el desarrollo de todo tipo de habilidades, sin descuidar ninguno. Más importante aún, es saber que los centros de enseñanza formales tienen o deberían tener plena participación en la formación de la identidad y autoestima de los jóvenes, pero esto solo se puede lograr si se recupera el sentido humano de la enseñanza y no solo el técnico e instrumental. 

CAPÍTULO III/VI: EL ECLIPSE DE LA FAMILIA

Los seres humanos pasamos más tiempo fuera de la escuela que dentro de esta, sobre todo cuando somos pequeños. Antes de ponernos en contacto con la vida escolar a nivel formal, atravezamos por una etapa de socialización primaria, que considera en sí el enseñar al niño las funciones básicas que lo formarán como un individuo más o menos civilizado, capaz de sobrevivir y convivir en sociedad. La socialización secundaria viene después, con los institutos escolares formales, donde se espera que podamos desarrollar competencias más complejas o de carácter más especializado.

Si la socialización primaria se realiza de forma satisfactoria, entonces la socialización secundaria será mucho más fácil de conseguir, porque tendremos las bases sólidas para continuar desarrollando nuestro carácter social. Sin embargo, si la socialización primaria se
 establece con deficiencias, será más duro el trabajo que tendrá que realizar la escuela y los agentes externos de socialización para lograr que el individuo adquiera las características que se esperan de una persona social; por lo tanto, hay que perder mucho tiempo tratando de pulir los inconvenientes, a la vez que el aprendiz debería estar desarrollando aptitudes más avanzadas.

En el ambiente familiar se aprende de forma muy diferente al entorno escolar, principalmente porque dentro de la familia el mayor motivo de aprendizaje, el incentivo más fuerte de acción es la afección. La motivación más fuerte dentro de la socialización primaria es el propio miedo a perder el cariño de los demás. Este sentimiento lo llevamos con nosotros más allá de la socialización primaria con la familia y lo transmitimos en diferentes etapas de nuestra vida con distintos actores sociales. La educación familiar se expresa a través del ejemplo y su éxito o satisfacción se genera mediante la correcta identificación con aquellos que nos enseñan, mientras que el fracaso se determina a través del rechazo de aquellos a los que queremos. La naturaleza afectiva de la familia es capaz de inculcar en nosotros tanto valores y principios como antivalores y prejuicios, por lo que es necesario que se encamine de buena manera para obtener resultados favorables que beneficien al individuo.

El problema de esta situación es que en la educación actual la familia ha dejado de ejercer esta función de socialización primaria, por lo que las escuelas se encuentran ante la problemática de tener que ejercer este proceso en lugar de enfocarse más en la generación de conocimientos más especializados. Cada vez es más frecuente ver cómo las familias prefieren desenternderse del trabajo de formación moral de los jóvenes, de la conciencia social de los niños, dejándolo como tarea única al maestro. Lo que es aún más preocupante es que día a día, padres de familia expresan su malestar a los maestros frente a las dificultades que muestran los alumnos en este ámbito, mientras por dentro continúan sintiéndose culpable de no cumplir con una labor que debería ser mayoritariamente suya.

La situación se torna aún más compleja cuando consideramos la tendencia a la apreciación por la vida juvenil. En las sociedades actuales se ha desarrollado una moda por buscar la eterna juventud. Los adultos quieren sentirse jóvenes para continuar siendo atractivos y deseados por los demás. Los adultos que se comportan o se sienten adultos no son bien vistos, se percibe como aburrido, monótono, etcétera. Esto mismo ha causado que nadie quiera tomar el papel del adulto, cosa que repercute también en las nuevas generaciones. Como ya mencioné, en nuestros primeros años es cuando más buscamos imitar a los mayores, cuando más queremos una guía y si no existe una imagen adulta que tome como suya la tarea de ayudar al jóven en la conformación de su identidas como ser humano moral y de valores, tenemos como resultado nuevas generaciones que llegan a la escuela formal con las mínimas bases sociales para desenvolverse. 

Irremediablemente alguien tiene que tomar la posición de adulto en una familia para que esta funcione, pero cuando nos encontramos con padres y madres que pretenden ser amigos o hermanos de sus hijos, podemos ver una falta de formalidad en el nucleo familiar y claramente esto lleva a la escuela a convertirse en una más paternalista, que cubra y nivele las fallas que se presentan en casa. Y el problema no es solo con la escuela; los padres eixgen al Estado que también tome una imagen paternalista y que ponga restricciones a sus hijos donde ellos creen no poder o tener que hacerlo.

Se habla de una crisis de autoridad en las familias, porque los padres sienten que no pueden ejercer la misma sobre sus hijos. La antipatía que se produce ante este problema no es precisamente ante el concepto de autoridad, sino a la poca capacidad de los padres para llevarla al nucleo familiar. Se le exige a otras instituciones que lo hagan. Sin embargo, podemos ver que la autoridad no sirve simplemente para conseguir una conducta deseable, sino para ayudar a crecer a los demás. Si no establecemos autoridad en los hogares, no podemos ayudar a sus integrantes a crecer y no podemos ayudarlos a que desarrollen su principio de realidad, que consiste en restringir o aplazar nuestros deseos más inmediatos en la búsqueda del cumplimiento de objetivos convenientes a largo plazo. Lo importante e interesante del principio de realidad es que este es necesario para que la educación tenga sentido; los niños deben comprender que se les educa para la vida, para que puedan aprovechas sus conocimientos en el futuro. Se les educa para ser adultos, no para quedarse como niños y si este principio de realidad se ve ignorado en el nucleo familiar, es la escuela que deberá asumir ese papel, sin embargo, no lo hará con los tintes afectivos que se podrían conseguir dentro de la familia; en la escuela no hay tiempo para eso, es un trato más generalizado y menos condescendiente.

Hay otras consideraciones sobre los elementos que se pueden presentar necesarios para lograr el aprendizaje. El miedo, por ejemplo, podría parecer una idea retorcida como generador de aprendizaje. Es más que claro que un miedo en exceso crea muchísimos obstáculos en el aprendizaje, produce inseguridades, bloqueos y deficiencias en el desarrollo intelectual. Sin embargo, al hablar del miedo como factor que beneficia el aprendizaje, se considera desde el punto de vista de que los niños tienen que haber tenido miedo de algo antes de entrar a la escuela; en la actualidad, como ya mencioné, sería el miedo a perder el amor de los seres queridos e incluso a perderse el respeto a sí mismos.

La figura que más se ha desdibujado dentro de la familia es la del padre; Podríamos recordar la imagen del padre común como un ser duro, temible, amenazador, aquel que se ve obligado a imponer autoridad en la casa. Muchos padres de hoy en día han querido deshacerse de ese concepto, sin embargo, se han instalado en una posición totalmente contrastante, desprendiéndose de toda autoridad. Según lo que se comenta en el libro, sería apreciado por muchas personas una mezcla de la imagen paterna, que conserve autoridad, pero con un toque maternal, que es la relación a la que la mayoría aspira. "Quiero ser un buen padre, como lo fue mi madre conmigo" es un claro ejemplo de que el trato de la madre es mucho más apreciado.

La actitud de los padres de familia ante las responsabilidades educativas no es lo unico que ha cambiado a través del tiempo, también los niños han descubierto nuevas realidades que les permiten ampliar sus conocimientos, incluso sobre cosas que los padres y la sociedad no quisieran que estos supieran y que podrían comprometer la imagen o el espíritu infantil que poseen. Con frecuencia se culpa a la televisión por este cambio en los niños y jóvenes, se cree que los contenidos difundidos por esta hacen a las personas más ignorantes, cuando es totalmente lo contrario. La gran cantidad de información que se transmite a través de la televisión hace a los niños y jóvenes conocer más, incluso cosas que, como ya dije, la sociedad no quisiera que supieran, al menos por el momento. La televisión viene, entonces, a destapar ojos, a quitar vendas y a masificar la información para el que esté enfrente. Hay conocimientos que los padres quisieran que sus hijos obtuvieran hasta cierta edad; son precísamente estas restricciones las que conforman la identidad infantil, la infancia, la también llamada inocencia infantil.El problema de la televisión no es entonces la ignorancia que genera, sino el conocimiento que produce, el cual, muchas veces no es correctamente encaminado; por esta razón, resultaría esencial que los padres se sentaran con sus hijos para interpretar los contenidos, pero la eclipsada función familiar nuevamente causa que los jóvenes se refugien por su cuenta en otros sitios sin el sustento que la familia debería proveer.

Si bien para algunos el eclipse de la familia podría considerarse un caos y un causante irremediable de los problemas educativos de la sociedad, otros expertos piensan que no es algo necesariamente malo. Teniendo en cuenta que la socialización primaria y la educación que se produce a través de esta es tan fuerte que se ve capaz de inculcar principios y prejuicios, al no contar con estas bases, el individuo se torna mucho más libre para adquirir en la escuela una visión más objetiva de la vida y de lo que se espera de ellos. Según estos expertos, el problema reside en que la socialización primaria se desarrolla para hacer crecer al individuo, sin embargo, cuando los padres realizan este tipo de socialización y enseñanza, lo hacen con el afán de crear copias de sí mismos o de lo que les gustaría haber sido, con prejuicios y actitudes sociales y morales negativas incluidas.

-La ética, religión, sexo, drogas y violencia- deben ser tratado con especial cuidado cuando hablamos de educación, ya que son temas que están ampliamente arraigados a la sociedad y que impactan plenamente en ella. 

En cuanto a ética y religión, se considera que la ética no puede enseñarse como una asignatura más, esta requiere de la práctica, la ejemplificación; por su parte, las nociones sobre lo que se considera etico sí podrían considerarse como objeto de enseñanza. Existen consideraciones más o menos generalizadas sobre lo que debe ser una actitud ética, por lo que no existe la posibilidad de que cada persona tenga su propia ética. Lo que sí es particular, individual e instransferible es nuestra conciencia moral, la cual transita de diferentes formas entre los individuos.  La religión podría considerarse como una forma de enseñanza sobre lo ético y lo moral, sin embargo, hay limitantes, pues no todos están dispuestos a asumir una religión, mientras las consideraciones éticas son universales, por lo tanto, no hay que confundir una cosa con la otra. El perfil religioso de cada persona es opcional y se deja ver a través de las convicciones particulares del individuo. 

El sexo es un tema bastante especial, pues a través de la conciencia histórica nos podemos dar cuenta de que siempre ha sido un tabú social. En el pasado, las familias se pasaban horas dando vueltas en su mente a la forma más adecuada de hablar sobre sexo con sus hijos y cómo dosificarlo. En la actualidad, la televisión y otros medios masivos de comunicación han eliminado las barreras que antes existían y los jóvenes han quedado expuestos a la sexualidad desde temprana edad, tal vez incluso sobre expuestos. La realidad es que el conocimiento de la complejidad sexual no tiene nada de malo mientras esté bien encaminado, cosa que, de nuevo, debe ser seriamente tratada por la familia. Una buena orientación nos permite darnos cuenta de la universalidad sexual, de los riesgos que se corren y las responsabilidades que implican, todo esto sin distorsionar la realidad. 

Hablar sobre drogas es un tanto polémico. ¿Qué posición tomar ante el uso de drogas? Hoy en día la posición deseable está predispuesta por el Estado, que nos dice que las drogas son ilegales y por lo tanto son malas, son perjudiciales y deben ser evitadas. Pero, por otra parte, está la posición que a pesar de resultar controversial no resulta tan disparatada y es la que considera los beneficios y la libertad. Las drogas, según la persona, su uso, composición y cantidad tienen muchas consecuencias, que son las que permanentemente se mencionan en sociedad, pero, innegablemente, también tienen beneficios, porque si no los tuvieran -de algun modo- las personas no las buscarían. Por otra parte, el determinar el uso de drogas como una prohibición, va en contra de los principios de libertad a los que todo maestro aspira inculcar en sus alumnos, que les permite tomar una decisión inofensiva sin que alguien lo cuestione. ¿Qué sería lo ideal? Dentro de las posibilidades de la sociedad actual, quedaría como opción recomendar a los alumnos que no mitifiquen la ilegalidad, ni la legalidad; que la libertad -o no libertad- que se otorga en el uso de drogas tiene que ver más con el uso frecuente que se le da que con la violación de los principios de libertad en los que se cree, esa libertad que se toma con responsabilidad y consideración de las consecuencias, que nos hace tener en cuenta que ejercer libertad sobre algo podría quitarnosla en otra cosa.

El tema de la violencia es un tanto hipócrita. Se espera que las personas sean lo menos violentas posibles, que no lo sean, de preferencia; esa función está ligada muy fuertemente a la escuela, pues los padres esperan que sus hijos se vuelvan lo más mansos posible al ingresar a la institución escolar. Esa es una expectativa bastante ingenua y desproporcionada, ya que día a día en el hogar vemos cómo existe violencia, aunque sea de forma mesurada; por otro lado, la violencia es un elemento practicamente natural de la sociedad humana, existe desde que comenzaron las relaciones y continúa hasta nuestros días. Es una muestra de que nuestra conexión social está en movimiento y no permanece estática. El problema es que tenemos muy arraigada la imagen de golpes, sangre, abuso y dolor cuando pensamos en la violencia. Si dentro del aula dejamos que los alumnos expresen con franqueza sus tendencias agresivas, también encontraremos la oportunidad de que comprendan las consecuencias, dificultades y desventajas que ello refiere, lo cual es más sustancioso que tratar de reprimir los pensamientos de violencia, que, como ya mencioné, son normales y no necesariamente consideran golpear o asesinar a otros. 

Esa es una de las cosas que tal vez resultan más interesantes sobre la labor docente. Es cierto que se pueden lograr muchas cosas conociendo sobre estrategias y formas de trabajo en el grupo, pero eso realmente se queda en el aire si no sabemos llevarlo al salón de clases. La pedagogía es más un arte que una ciencia, porque a través de nuestras acciones con los estudiantes tenemos la oportunidad de crear cosas maravillosas, tanto para nosotros como para ellos. El profesor que hipnotiza, que cautiva es aquel que obtiene los mejores resultados, porque tiene el don de hacer que los alumnos aprecien su estancia en la escuela y que de igual manera logren aprender todo aquello que resulta necesario para la sociedad. 


CAPÍTULO IV/VI: LA DISCIPLINA DE LA LIBERTAD

El capítulo comienza haciendo una curiosa comparación entre la tiranía y la búsqueda de educación de los padres hacia sus hijos. Frecuentemente los niños hacen saber a sus mayores, ya sean maestros o padres, que la educación no es remotamente de su interés; sobre todo la educación a la que no le ven utilidad inmediata. Los jóvenes preferirían estar en sus casas o afuera, en la calle, jugando o platicando con sus amigos. 
La presión que los padres ejercen sobre sus hijos para hacer que estudien diciéndoles que los aprendizajes que lograrán en la escuela serán de mucha utilidad podría verse como una forma de tiranía, porque de cierta manera se está forzando a una persona a hacer algo que está en contra de su voluntad. 

Podría decirse que la diferencia entre la tiranía y la presión de los padres para que sus hijos estudien se encuentra en la raíz del interés para generar tal comportamiento. Mientras el tirano oprime a otros para su propio bien, se supone que los padres obligan a sus hijos a estudiar para que estos tengan un mejor futuro. 

Sin embargo, ¿qué tan desinteresado es el actuar de los padres?¿Realmente ven por el bien de sus hijos o también tiene valor para ellos que los jóvenes aprendan?
Según Fernando Savater, el interés de los padres por asegurar el aprendizaje de sus hijos recae en una actitud que incluso podría considerarse egoísta, ya que refleja el deseo de que su conocimiento, sabiduría y experiencia de vida perdure en aquellos de su misma sangra, tal y como el legado de un artista perdura con los años a través de sus obras. 

Incluso cuando nos referimos a los profesores no podemos decir que estos educan sin ningún interés de por medio más que el de hacer que sus alumnos conozcan más por su propio bien. Los educadores saben que la única forma de preservar la sociedad tal y como es en la actualidad y, más importante aún, la única forma de que siga avanzando, es mediante la enseñanza. Es esencial preparar a las nuevas generaciones para realizar aquellas tareas que tarde o temprano los aduitos tendrán que dejar de hacer por impedimentos físicos o psicológicos. 

Hay que recordar que las sociedades son productoras de humanos y estas producciones se realizan unicamente a partir de otros prototipos humanos existentes. El fin último de las sociedades es moldear a sus nuevos integrantes de acuerdo a los rasgos característicos de otros miembros veteranos. 

Esta imposición de un modelo a seguir podría poner en juego la libertad de los individuos. Muchos jóvenes piensan que no se les da la libertad suficiente para desarrollarse como ellos desean; algunos más radicales creen que nisiquiera se les dio la opción de nacer o no. Más allá de la libertad de elección para ser o no miembro de una comunidad de individuos, resulta un tanto paradójico que muchas personas vivan con la eterna frustración de no ser libres al tener que someterse a la educación y que al mismo tiempo la educación sea la única vía para alcanzar la libertad. 

Si una persona no es educada, no puede aspirar a llegar a ser libre. Y es que ser libre no significa nada realmente, pues lo que realmente tiene valor es liberarse; pasar por la experiencia propia pero también utilizar recursos ajenos para conocer el mundo y de esta manera llegar a un estatus social en el cual nos sintamos cómodos con nuestros ideales, convicciones y acciones... es decir, un estatus en el que finalmente nos sintamos liberados. 

Se dice que al principio de su trayectoria en sociedad, a los niños se les impone la educación, y esto es porque a ellos les interesa más los eventos que son observables inmediatamente que aquellos que requieren un proceso más abstracto para su apreciación. 
Tanto padres como educadores y sociedad se desviven expresando a los neófitos las bondades del aprendizaje, pero no tienen en cuenta que para los niños los nuevos conocimientos no tienen ningún valor, simple y sencillamente porque no tienen conciencia de propia ignorancia. 

A partir de nuestro camino por la escuela y nuestra vida en sociedad nos vamos dando cuenta de las cosas que desconocemos y del impacto que eso tiene en nuestra vida. Es labor del docente hacer que el proceso sea menos largo y confuso, haciendo que sus enseñanzas sean significativas para los jóvenes, que les muestren por qué es útil pasar por la dificultad de aprender algo nuevo. 

CAPÍTULO V/VI: ¿Hacia una humanidad sin humanidades?

Uno de los temores que más presentes está en la sociedad actual es la reducción del interés en las doctrinas 'humanistas' en favor de especialidades técnicas que hoy en día se consideran más útiles para el desarrollo de las economías mundiales. 

Durante ya bastante tiempo se han levantado diversas críticas hacia los planes y programas de estudio, donde se da preferencia a asignaturas técnicas, tecnológicas y científicas, dejando de lado materias como filosofía, lenguas y otras más que por generaciones se han considerado más enriquecedoras para la calidad moral y humanista de las personas. 

Sin embargo ¿qué es lo que nos hace pensar que, por ejemplo, la filosofía propicia una mayor calidad humana que las asignaturas técnicas? En épocas pasadas esta concepción distorsionada que segmenta las disciplinas y determina su utilidad para la consecución de ciertos objetivos humanistas no existía. Es hasta tiempos más actuales cuando las asignaturas más sociales y culturales fueron adquiriendo un perfil predilecto para el enfoque humanista de la formación de las personas. 
 
Según se dice, las facultades que el humanismo pretende desarrollar son la capacidad crítica de 
análisis, la curiosidad que no respeta dogmas ni ocultamientos, el sentido de razonamiento
lógico, la sensibilidad para apreciar las más altas realizaciones del espíritu humano, la visión de 
conjunto ante el panorama del saber, etc.

 
Pero en realidad, no existen bases sólidas que demuestren que las asignaturas que hoy en día se consideran humanistas sean mejores que las ciencias exactas para conseguir estos objetivos.

En realidad, lo que resulta importantes es comprender que no importa de qué tipo de asignatura o disciplina estemos hablando, todas ellas, por el simple hecho de buscar un aprendizaje en la persona tienen un carácter de humanidad, porque nos ayuda de una forma u otroa a desarrollarnos como individuos. 

Por esta razón, sería mejor dejar de pensar tanto en qué se enseña y enfocarnos más en cómo se enseña, porque no tiene ningún sentido que se enseñe una asignatura considerada 'humanística', si los aprendizajes de los estudiantes no reflejan los propósitos de la misma. 

Según Fernando Savater, constantemente existe lo que define como pedantería pedagógica; esto es, cuando el profesor da más importancia a sus conocimientos y a la superioridad que estos le confieren a comparación de sus alumnos en lugar de enfocarse en la forma en que los jóvenes se apropian de estos conocimientos que el docente puede aportarles. 

Es fundamental tener en cuenta que dentro de la pedagogía resulta esencial que los estudiantes se sientan interesados por lo que están aprendiendo, que se despierte en ellos la curiosidad necesaria para seguir descubriendo cosas más allá de lo que ven en clase, y dentro de esto, el profesor tiene un papel principal, porque depende en gran parte de la forma en que movilice la clase si el niño se siente motivado o no. 

No solo se trata de encausar de buena forma el aprendizaje de las personas dentro de la escuela; esto también es válido fuera de ella. Por ejemplo, muchas veces se piensa que la tecnología, la televisión, los videojuegos, la internet, son creaciones humanas que pudren a la sociedad, que la contaminan y la vuelven menos humanista, sin embargo, hay que tener en cuenta que estos efectos no provienen de dichas creaciones como tal, sino del uso que se les da. Es tarea de aquellos que conocen más y que sirven de guia de las generaciones menores, lograr que estos utilicen los nuevos recursos materiales e intelectuales de una manera responsable y digna, que sirva ocmo instrumento de mejora para la sociedad en lugar de ser un retraso o un problema a resolver

CAPÍTULO VI/VI: Educar es universalizar

En este último capítulo, Savater comparte su opinión acerca del acceso a la educación. Según él, la enseñanza debe ser universal, es decir, debe estar disponible para todas las personas desde edad temprana. No debe de ser importante la proveniencia, raza, cultura o nivel económico, pues lo realmente valioso es tener en cuenta que la educación a las nuevas generaciones surge como una medida para perpetuar a la humanidad como la conocemos. 

Esto quiere decir que se enseña para que nuestros descencientes aprendan a raíz de nuestras experiencias como humanos, que entren en contacto con todo lo que se ha logrado con el paso del tiempo. Sin embargo, aclara que esto no se trata simplemente de repetir todo tal y como se ha venido desarrollando desde hace siglos, en un tipo de cadena interminable donde se conozca lo mismo y se comentan los mismos errores, es decir, en un estado de pleno estancamiento. 

Lo que realmente se busca es que dentro de todos los conocimientos que se tienen y que se han logrado a través del tiempo, también se consideren aquellas cosas que nos afligen, que nos atemoran y que nos hacen generar un desarrollo. Si no logramos transmitir también esa información a las futuras generaciones, estas no tendrán la motivación necesaria para continuar con los avances humanos, para descurbrir nuevas formas de resolver los problemas que nos aquejan y para encontrar mejores vías para optimizar las condiciones de vida en el mundo. 

La interacción en la escuela también puede resultar algo confusa, porque cuando se habla de que exista una transmisión de cultura y conocimientos valiosos para la humanidad no se habla simpelemente de imponer una visión a otras personas, sino que estas sean capaces de evaluar a conciencia cuáles son los problemas que aquejan a la sociedad, cuáles son las posibles soluciones que se han desarrollado hasta ese momento y cuáles son las acciones que según su parecer son las mejores para la resolución del problema. Incluso cuando los jóvenes preguntan deliberadamente por al opinión del maestro, también este debe ser lo suficientemente consciente para guiar con opciones posibles en lugar de consolidar su visión como la única válida. 

La educación deberá tener como fin último crear personas libres y diferentes entre sí, porque la variedad también es beneficiosa para la sociedad. Está bien que tanto nuestros pensamientos como nuestros ideales y convicciones sean diferentes, incluso incompatibles. Sin embargo, lo importante recae en saber canalizar esas diferencias hacia una expansión de las oportunidades existentes y no como un motivo de riñas y peleas sin sentido. Cuando existen conflictos entre los seres humanos, es necesario detenernos y apreciar todo aquello que nos hace seres en común, aquello que nos hace especiales y parte de la raza humana. Debemos valorar todo aquello que nos distingue de otras especies y que por lo tanto, nos debe hacer personas capaces de vivir en armonía y unidad. 

Me pareció que este capítulo resume bastante la realidad de nuestra situación actual. Muchas veces nos fijamos tanto en las diferencias que tenemos como individuos que olvidamos apreciar todo aquello que tenemos en común y que podríamos aprovechar como fortalezas para hacer cosas por un bien común, y no solo para los humanos, sino también para la preservación del mundo en general. 








1 comentario:

  1. Felicito el hecho de que aprovechaste muy bien los días que no se tuvieron clase.

    Excelente elección de libro.

    Gracias

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